Exposiciones
17/11/2007 - 19/02/2008
Museo Arqueológico de Tárraco
La colección de grabados que constituye esta muestra es una selección de la riquísima colección adquirida por la Abadía de Montserrat el año 1908, en Roma, así como los contenidos en el volumen II Campo Marzio della Antica Roma. Si en la versión que determinó el arranque de la exposición, presentada en el Museu de Montserrat con el título de Los Piranesi de Montserrat, se exponían todos, en esta segunda edición, en el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona, se optó para restringir los grabados expuestos a aquellos que, más directamente, están relacionados temáticamente con el mundo de la Antigüedad Clásica, atendiendo a la especificidad vocacional de la sede organizadora, el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona y su dedicación principal al mundo clásico que encuentra en Tarragona, en Tárraco, una de sus máximas y más significativas expresiones.
Por tanto, siendo cierto que se trata de la misma exposición, también lo es que es otra exposición, en la cual -sin escoger el guión original- participan los mismos protagonistas con los papeles un poco cambiados, pero, acompañados de otros elementos que no quieren otra cosa que adaptar aquel guión al escenario en que esta vez se representa la obra, la ciudad de Tarragona, la antigua Tárraco.
Esta es también una de las virtudes incluidas en programas de colaboración como este que llevó a la presentación de la exposición en Tarragona: explorar, desde la voluntad de adaptar de la manera más rendible socialmente una propuesta que admite esta especie de juego, que se enriquece con el mismo.
Tárraco fue durante muchos siglos el reflejo de Roma y de toda su cultura y de su modelo social en el extremo del Mediterráneo. Los eruditos del Renacimiento y de sus etapas históricas y culturales posteriores, fueran de donde fueran, pusieron su mirada en su "Roma" particular. Y se afanaron por identificar y recuperar las correspondencias con la primitiva metrópoli.
Ciertamente Roma es Roma y la distancia que la separa en relación a lo que fue Tárraco y la Tarragona coetánea a Piranesi, muy grande. Pero esto no quita que, salvando esta cuestión de escala, haya muchos puntos de contacto que la exposición y su correspondiente catálogo permiten, si más no, apuntar y sugerir.
Brindar esta exposición al público que visita el Museu Nacional Arqueològic con la intención de profundizar en algunas de las ideas y de los instrumentos que facilitaron el conocimiento y la difusión de la antigüedad clásica al mismo tiempo que redescubrir Tárraco, es entonces, también, brindarle la oportunidad de percibir y asimilar estas conexiones. De hacerle ver que la historia y las manifestaciones artísticas de las diferentes etapas históricas corresponden a las circunstancias de cada uno y a la especificidad del escenario, pero que hay también espacios comunes y compartidos.
Sin dejar de invocar, más allá de todo esto, el argumento introducido, absolutamente indiscutible y reconocido del valor intrínseco de la obra de Piranesi desde el punto de vista estríctamente artístico, una obra técnicamente pletórica, innovadora, sensible y culta.
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